Posted by : GuisBell
martes, 10 de marzo de 2015
YOURS UNTIL DAWN
AUTORA: TERESA MEDEIROS
SINOPSIS:

Sus ojos estaban ciegos… ¿Cómo vivir como un inválido, cuando has tenido
el mundo a tus pies?
Gabriel era un hombre privilegiado, un joven aristócrata
a quien la vida sonreía.
Por el amor de una mujer se
embarcó en la guerra y acompañó al almirante Nelson en su última batalla. Ahora
no es más que un inválido, incapaz de moverse en su propia casa sin chocar con
los muebles, derribar espejos y romper jarrones. La compasión de su altiva
familia le duele más que los golpes, y trata de evitar el contacto con los
demás.
Pero Samantha, como comprueba
pronto, es diferente. Ella es la primera persona que vuelve a tratarlo como a
un hombre, la primera que le devuelve las ganas de vivir. Una joven que
mantiene el terreno cuando él la insulta y la escandaliza. Gabriel siente que
se está enamorando, por primera vez en su vida… de la primera mujer a la que no
puede ver.
…pero ¿Lo estaba también su corazón?
Samantha está dispuesta a que Gabriel vuelva a ser el
guerrero orgulloso, el hombre seguro de sí mismo que una vez enamoró a las
jóvenes de medio Londres. Un trabajo en el que tendrá que lidiar con la amargura
de él, con el desdén de su familia y, lo que es más difícil, con sus propias
emociones.
En la soledad de su mansión,
en permanente penumbra, se alegra de que él no sea capaz de ver la expresión de
su cara cuando sus cuerpos están cerca… porque empieza a sentir una atracción
que muy poco tiene que ver con los cuidados por los que ha sido contratada.
Aunque ambos intentan disimular sus sentimientos a base de acaloradas
discusiones, parece que la pasión será capaz de imponerse a la oscuridad.
Pero sólo ella sabe que, en el
momento de mayor alegría para Gabriel, ella tendrá que desaparecer de su vida
para siempre.
FRAGMENTO DEL LIBRO:
Cuando Samantha pasó más tarde
por el vestíbulo para recoger las colgaduras de la cama de Gabriel de la
lavandería, su oscura voz de barítono bajó flotando del rellano de arriba.
—Dime, Beckwith, ¿Qué aspecto
tiene la señorita Wickersham? No puedo imaginarme a una criatura tan
fastidiosa. Lo único que veo en mi mente es una especie de bruja inclinada
sobre un caldero riéndose entre dientes.
Samantha se detuvo de repente
con el corazón encogido. Se llevó una mano temblorosa a sus gruesas gafas y
luego al pelo castaño rojizo que se había recogido en un moño en la nuca.
Guiada por una inspiración
repentina, volvió al campo de visión de Beckwith y se puso un dedo en los
labios, rogándole en silencio que no revelara su presencia. Gabriel estaba
apoyado contra la pared con sus impresionantes brazos cruzados sobre su pecho.
El mayordomo sacó su pañuelo y
se secó el sudor de la frente, dividido entre la lealtad a su amo y la mirada
suplicante de Samantha.
—Como enfermera, supongo que
podría describirla como… indescriptible.
—Vamos, Beckwith. Seguro que
puedes hacerlo mejor. ¿Tiene el pelo rubio? ¿Canoso? ¿O negro como el hollín?
¿Lo lleva corto? ¿O enrollado alrededor de la cabeza en una corona de trenzas?
¿Es tan huesuda y arrugada cómo suena?
Beckwith lanzó a Samantha una
mirada desesperada por encima de la barandilla. En respuesta, ella hinchó las
mejillas y trazó un gran círculo a su alrededor con las manos.
—Oh, no, señor. Es una mujer
bastante… grande.
Gabriel frunció el ceño.
— ¿Cómo de grande?
—Oh, pesará unos… —Samantha levantó
ocho dedos y luego formó un círculo con el índice y el pulgar—. Unos
ochocientos kilos —concluyó Beckwith sin pensarlo.
— ¡Ochocientos kilos! ¡Dios
mío! ¡Qué barbaridad!
Samantha puso los ojos en
blanco y volvió a intentarlo.
—Ochocientos no, señor —dijo
Beckwith despacio con la mirada fija en sus dedos—. Ochenta.
Gabriel se acarició la
barbilla.
—Es extraño. Sus pasos son
bastante ligeros para ser tan grande, ¿No crees? Cuando le cogí la mano, habría
jurado que… —movió la cabeza como si quisiera librarse de una idea
inexplicable—. ¿Y su cara?
—Bueno… —dijo Beckwith
haciendo tiempo mientras Samantha cerraba las puntas de los dedos sobre su
pequeña nariz y tiraba hacia fuera.
—Tiene una nariz puntiaguda
bastante larga.
— ¡Lo sabía! —exclamó Gabriel
triunfalmente.
—Y los dientes como… —Beckwith
estrechó los ojos desconcertado mientras Samantha doblaba dos dedos sobre su
cabeza—. ¿Un burro?
Negando con la cabeza, enrolló
las manos para formar unas patas y dio unos pequeños saltitos.
— ¡Un conejo! —captando por
fin el espíritu del juego, Beckwith estuvo a punto de aplaudir con sus manos
rechonchas—. ¡Tiene los dientes como un conejo!
Gabriel resopló con
satisfacción.
—Que sin duda alguna encajan
perfectamente en su cara de caballo.
Samantha se dio unos
golpecitos en la barbilla.
—Y en la barbilla —continuó el
mayordomo cada vez más entusiasmado— tiene una verruga enorme con… —Samantha se
puso la mano debajo de la barbilla y movió tres dedos—. Tres pelos rizados que
salen de ella.
Gabriel se estremeció.
—Es aún peor de lo que
sospechaba. No sé qué me llevó a pensar…
Beckwith parpadeó
inocentemente detrás de sus gafas.
— ¿Qué, señor?
Gabriel esquivó la pregunta.
—Nada, nada. Me temo que es
una consecuencia de que paso demasiado tiempo solo. —levantó una mano—. Por
favor, ahórrame más detalles sobre el aspecto de la señorita Wickersham. Quizá
sea mejor dejar algunas cosas a la imaginación.
COMENTARIO:
Esta hermosa historia de amor
y redención que nos trae Teresa Medeiros nos permite descubrir, como el amor verdadero
puede ser la cura a los errores del pasado, y como debemos aceptar el regalo que
te da la vida, al cual debes aferrarte con las dos manos y no dejarlo ir,
porque no siempre va estar esperando a que lo cojas.
El amor de Samantha y Gabriel ha
tenido muchos altibajos, pero a la vez se ha hecho más y más fuerte gracias a las
duras experiencias que tienen que vivir.
Esta conmovedora historia te logra
atrapar de principio a fin y además tiene algunos toques de situaciones
divertidas, no se lo pierdan.
GuisBell.