Posted by : GuisBell
lunes, 1 de agosto de 2016
IN THE PRINCE'S BED
AUTORA: SABRINA JEFFRIES
SINOPSIS:

Entre tanto, Alexander Black,
Conde de Iversley, regresa a Inglaterra tras la muerte de su padre para
hacerse cargo de los bienes familiares, pero lo que encuentra es una mansión
desvencijada y un sinfín de deudas. Consciente de que su única oportunidad es
casarse con una rica heredera, traza un frío y calculador plan para apartar a
Katherine de su pretendiente.
La resistencia inicial de la joven supone un desafío para Alexander, que
utiliza todas sus artes de seductor para conseguir el corazón de la joven. Pero
las tornas cambian y, para su sorpresa, descubre que la rebeldía de Miss
Merivale despierta en él una pasión irrefrenable. Ahora, su lucha consiste en evitar
que Katherine averigüe que sólo buscaba su fortuna.
SERIE REAL HERMANDAD
DE LOS BASTARDOS
1.- En la Cama
del Príncipe.
FRAGMENTO
DEL LIBRO:
—De veras, Kit —prosiguió Lovelace—…a veces me sorprende que sepas mucho
más que lo que se espera de una joven respetable… o sea, de esa clase de cosas.
—Ahora llegamos al verdadero quid de la cuestión. Lo que te preocupa es
que mi personalidad sea inmoral, tan similar a la de mi papá —sentenció ella
secamente—. Pues quizá tengas razón, porque deseo saber mucho más sobre esa
clase de cosas.
Alec pensó que la conversación se ponía cada vez más interesante.
— ¿Qué has dicho? —exclamó él, mostrándose alarmado.
« ¡Que quiere que tú le enseñes esas cosas, botarate! Y entonces no
tendrás que acusarla de flirtear con desconocidos.»
—Digo que quiero saber qué es lo que sientes por mí —matizó ella.
— ¡Pero si ya lo sabes! Eres la única mujer con la que deseo casarme.
Por eso pienso dedicarte mi poema mañana, durante la conferencia, delante de
todo el mundo. ¿Qué más puedes pedir?
Cielos, el chico mostraba tener muy pocas luces. Si se lo ponía tan
fácil en la competición, Alec estaría casado con la señorita Merivale antes de
que la semana tocara a su fin.
— ¡Necesito algo más que un poema! —había una súplica clara en su tono
grave—. ¡Por el amor de Dios! Tengo veintidós años, y jamás me ha besado ningún
hombre.
— ¡Katherine!
El grito de Sydney tomó a Alec desprevenido. Perseguir a su presa en
público era una cosa, pero en privado estaba descubriendo unos secretos
deliciosos…
—Formamos prácticamente una pareja, y las parejas a veces se besan
—presionó ella.
—Sí, pero… bueno… nunca se me ocurriría faltarte al respeto de ese modo,
y estoy seguro de que a ti tampoco te gustaría.
—Pues te quedarías muy sorprendido —murmuró ella.
Alec no pudo reprimir una sonrisa burlona. Acuciado por unas enormes
ganas de presenciar la escena además de escuchar esa fascinante discusión,
asomó la cabeza por detrás de la columna. Lovelace estaba lívido, con expresión
de pánico, en cambio la señorita Merivale se erigía como una diosa griega, con
porte seguro, un poco azorada y con los ojos suplicantes.
El tipo era o tonto, o ciego, o estaba como un cencerro. ¿Qué hombre en
su sano juicio se podría resistir a una mujer como ésa? ¿Existía quizás otra
mujer? Lovelace no le parecía tampoco un mariposón.
—No entiendo qué es lo que te pasa —la reprendió Lovelace con firmeza—.
Seguro que es ese Iversley, ¿No es cierto? Te ha seducido, te ha confundido, y
ahora tienes la cabeza llena de pájaros sobre ese tema… ¡No deberías haberlo
consentido! ¡Qué desfachatez! Con su brindis y su galanteo…
— ¡No tiene nada que ver con él! —contesto la mujer—. ¡Pero si ni
siquiera lo conozco! Aunque me apuesto lo que quieras a que él me besaría si se
lo pidiera.
Justo cuando hubo terminado de decir esas palabras, Katherine se tapó la
boca con ambas manos, horrorizada.
«Demasiado tarde para arrepentirte, princesa, —pensó Alec con
entusiasmo—. Ahora lo has atacado directamente en su orgullo. Incluso un
patético timorato como Lovelace no consentirá esa afrenta.»
Lovelace irguió la espalda y con aire muy solemne dijo:
—Si ésa es la clase de comportamiento vergonzoso que quieres, entonces
quizá yo no sea el marido ideal. Pero si deseas a un hombre que no se fija en
los aspectos superficiales como en el físico, y que te adora por tu
inteligencia y por tu carácter responsable, entonces ya sabes dónde
encontrarme. —sin perder la compostura, Lovelace dio media vuelta y se dirigió
a la sala de baile.
Había dejado a la señorita Merivale sola, con el camino completamente
despejado…
Alec salió de entre las sombras y se personó delante de Katherine.
—Señorita Merivale, tiene usted toda la razón. Si me lo pidiera, la
besaría sin pensármelo ni una sola vez.
COMENTARIO:
Me divertí mucho al leer esta nueva serie de Sabrina Jeffries, estuve
esperando casi todo el tiempo que Alex logre su objetivo, pero que estresante las
situaciones que lo llevaran a alcanzar el tan dichoso objetivo… vaya en serio
como me desquiciaban, pero al final logro su final feliz, se lo merece tan
lindo. No dejes de leer la romántica historia de Alec y Katherine, sus divertidos
tratos y las más increíbles situaciones.
GuisBell.
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